viernes, junio 30, 2006

¿Que se hace cuando la señora de las cuatro décadas empieza a parecernos una piba?

Sí, es un pedido de ayuda! ¿Que se hace cuando tenemos que empezar a elegir entre la cara y el traste ( a cuál dejar caer me refiero)? Me tomo un balde de optimismo y empiezo a decir como mi amiga Marta que envejecer es un regalo ( a todo esto, se habrá hecho anteojos esa ¿o mira desde su no tan incipiente presbicia?). O empiezo a pensar cuántas más cosas sé ahora de la vida...muchas de las cuales ya no podré aplicar porque ya no se presentarán las oportunidades de usar dichos saberes(y si intento transmitírselos a mi hija por supuesto me sacará corriendo y opinará que estoy equivocada en todo).
Otra cosa: ¿como se hace para dejar de hablar de achaques con los amigos? Antes hablabamos de un montón de cosas, ahora hablamos de un montón de achaques y de vez en cuando de cosas...Y yo la primera, no crean. Voy a tener que releer a Maitena. Urgente! Seguro que lo mío es de lo más normal.
Bah, mejor me olvido de las décadas y a disfrutar se ha dicho!
Lo que haya, lo que venga. ¿no?

5 comentarios:

Alicia A Traves del Espejo dijo...

Es cierto, a esta edad una sabe muchas cosas que las de treinta envidiarían....el problema es que justamente una no tiene con quién aplicarlas. Y después de todo a los hombres no les gustan las mujeres más sabias: porque los dejan muy al descubierto, aparte de que tienen que elegir entre la cara y el traste y entre infinidad de cosas más que daría pena consignar aquí.

Patus dijo...

En realidad yo no hablaba de hombres...pero también se aplica a ellos.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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